Pagá con
El destete es un proceso tan natural como el inicio de la lactancia, pero muchas veces viene cargado de dudas, culpas o presiones externas. Por eso, hoy quiero hablarte desde un lugar de respeto, calma y empatía.
El destete no tiene una fórmula mágica, ni una edad ideal. Es una decisión que puede tomar la mamá, el bebé, o ambos, y está bien sea cual sea el camino que elijan.
Así como no todas las lactancias son iguales, tampoco lo son los destetes. Puede ser paulatino, espontáneo o guiado por la madre. Puede durar semanas o meses. Puede ser firme o tener idas y vueltas (sí, ¡también se puede volver a amamantar si en algún momento lo necesitan!). No hay retrocesos, solo caminos flexibles que se adaptan a cada momento.
Lo importante es que sea respetuoso: con vos, con tu cuerpo, con tus emociones y con tu bebé.
A veces, el deseo de destetar nace en la mamá: por cansancio, por necesidad de recuperar espacios propios, por volver al trabajo o simplemente porque siente que ya cumplió su ciclo. Otras veces es el bebé quien naturalmente va perdiendo interés por la teta.
Cualquiera de los dos motivos es válido. No hace falta justificar la decisión, ni seguir lactando solo por cumplir con lo que “debería ser”. Vos también contás. Tu bienestar físico y mental importan. Mucho.
El destete no tiene que ser de un día para el otro. Podés ir reemplazando tomas por nuevas rutinas o actividades: en vez de la teta de la mañana, salimos al parque. En lugar de la de la siesta, leemos un cuento. En la noche, quizás más mimos, más abrazos, más contacto piel con piel. No estás sacando un recurso: estás dando otra forma de amor.
Y si un día quieren volver a lactar porque lo necesitan, eso también está bien. Es parte del proceso.
Confiá en tu intuición. Si sentís que ya es momento de destetar, o si sentís que todavía no, escuchate. Acompañá el proceso con paciencia y sin culpa. Y si necesitás ayuda para transitarlo, no estás sola. Te acompaño también en esta etapa. Porque la lactancia no se trata solo de dar la teta, sino de construir un vínculo con tu bebé que se transforma con el tiempo.